Una tarde
gris…dos reservas verdes…un extraño personaje de película….
(Leyendo hasta el final se comprenderà el sentido- comenzando
por el final lo perderà).
Renzo,
“el avistador de aves” escapò del guiòn al que lo tenìa confinado Alan, cual
personaje de Woody Allen en “La rosa púrpura de El Cairo” y puso proa hacia la
Reserva de Vicente Lòpez. Querìa aumentar sus conocimientos ornitològicos y
pensò que participar de una salida del COARECS le permitirìa hacerlo. Pensò
mal, seguramente. Justo ese dìa no aparecerìa ninguno de los “peso pesado” y el
grupo -
pequeño, por cierto- se conformarìa con principiantes e intermedios ( como dicen en las clases de tango).
Usamos este lenguaje ya que a Renzo le gusta el tango, condiciòn no necesaria pero comùn en avistadores de aves de mediana
edad. Ésto porque el tango se ha nutrido frecuentemente de la ornitología para
nombrar a algunos tangueros famosos: vayan por caso “Pirincho Canaro”,
“Calandria Nelly Omar”, “Carancha Tita Merello”, por supuesto “el Zorzal Carlos
Gardel” y ( para que no digan que nos quedamos en el cuarenta y cinco)
actualmente “el Cardenal Domínguez”. Entonces, como los ornitòlogos son
agradecidos, le retribuyen volcando sus preferencias hacia su mùsica.
Le habìa costado bastante a Renzo
liberarse de su novia, la bailarina, cuyo nombre no recordamos pero suponemos
que debe ser Paloma. Llegò cuando casi todo el grupo estaba reunido en la costa
del rìo y se incorporò ràpidamente a él. Se notaban sus expectativas respecto
de incrementar sus conocimientos ornitològicos. No sabemos si habrà cumplido
con sus objetivos, pero que lo intentò, lo intentò.
Un rato antes habìa llegado otro miembro
del grupo que nos sorprendiò gratamente, ya que hacìa tiempo que no nos encontràbamos
y tambièn nos produjo una gran desolación: Miguelito hizo su aparición sin su
curioso aparato de tomar fotografìas, tenìa una càmara nueva, muy buena pero no
tan folklórica como el extraño aparato anterior. En fin, habrà que elaborar el
duelo por tamaña pèrdida.
Las perspectivas de observación no eran
demasiado buenas. El dìa se presentaba gris, con escasa luminosidad y
persistente llovizna, que con el correr de la tarde fue hacièndose cada vez màs
esporàdica. No mejoraron nunca las condiciones de luz y por ello las fotos nos
salieron horribles ( las excusas de los fotògrafos son infinitas, casi como las
de los pescadores y ornitòlogos).
La Reserva estaba muy linda, exuberante,
hasta con algunas flores. Mucha agua habìa en la laguna y escaseaban los
clàsicos repollitos, generalmente omnipresentes.
Tras la bienvenida del guardaparque y la
entrega de folletos, que seguramente Renzo valorarìa, comenzamos a transitar
por el camino que va al mirador del pantano y la parte de atràs del vivero. Los
zorzales colorados parecìan confabulados para mostrarse ante los observadores
ostentando su dominio del territorio. Pensamos en un momento que eran los
ùnicos seres vivientes -ademàs de nosotros- en ese sector de la Reserva.
Pensamiento inútil- como dirìan los meditadores del grupo- ya que levantando la
vista podìan verse unas cuantas palomas picazurò y otras tantas cotorras yendo,
viniendo y cotorreando.
Renzo preguntaba frecuentemente que era
èsto o aquello y, en algún momento, lo vimos anotando en una libretita. Parecìa
muy interesado, apreciando los aportes de sus compañeros.
En este tramo una parte del grupo
observò un raro insecto que no podemos describir ya que estàbamos cincuenta
metros adelante. Tal situación nos hizo pensar que nos perdimos lo mejor de
esos momentos. Lo tomamos con resignaciòn ya que seguramente Miguel mandará su
foto al blog del COARECS.
Al retomar el camino principal un
pequeño pajarito llamò nuestra atención y provocò sesudas discusiones. Un
hembra de corbatita, identificada primero como ratona, llevò a alguno de
nosotros a explicarle a Renzo la diferencia entre corbatita macho y hembra (
menos mal que era un corbatita y no una ratona). La ratona aparecerìa después.
En este punto podrìamos pensar que no le vino tan mal escaparse del guiòn y con
el correr de la tarde aprenderìa unas cuantas cosas màs.
Seguimos adelante y nuestra presunciòn
de mala tarde para el avistaje aumentò cuando en la laguna- siempre generosa en
aves acuàticas y tortugas- se observaba solamente el ir y venir de benteveos y una
ùnica tortuga de agua a unos doscientos metros. Varios miembros del grupo
tuvieron que esforzarse mucho para explicar donde estaba y otros tantos lo
hicieron para entender las explicaciones y verla.
Claudia, que venìa rezagada conversando
con Enrique de cuarzos y otras yerbas, preguntò: “si tiene el cuello de un solo
color es chiricote o ipacaà?”. Era chiricote nomàs. Retrocedimos para verlo
pero no tuvimos suerte.
Pero como todo cambia, la onda cambiò.
Entre la laguna y la salida, después del mirador, comenzaron a aparecer
pajaritos y oirse otros. Alicia alertò sobre un picaflor y mandò: “bronceado”.
Un boyerito se mostrò varios minutos hasta que todo el grupo pudo disfrutar de
su hombro rufo que se mostraba esquivo para algunos, que hasta dudaban de su
condiciòn de boyerito y querìan convertirlo en un desteñido tordo renegrido.
Finalmente la lìnea rufa del hombro apareciò y todos contentos. Tambièn Renzo
ya que ligò una explicación sobre las diferencias entre tordo y boyerito.
Para no hacerla larga, ya que Maryluz ya
lo contò muy bien, aparecieron celestino, carpintero bataraz chico, tacuarita
azul, piojito comùn, renegridos exuberantes de brillo azulado, mùsicos y hasta
el naranjero- entre otros-. Nada raro, bichos del plantel estable de las
diferentes reservas pero muy bienvenidos dada la malaria del momento. Como no
queremos tener problemas con el INADI diremos tambièn que el gorriòn y el
chingolo ( rebautizado chaingol, para darle un toque exòtico) no faltaron a la
cita. Pàrrafo aparte para el estornino pinto ya que tuvimos que explicarle a
Renzo las razones de su mala prensa.
Mientras escribimos el relato nos
extraña tanta explicación sin la presencia de Carlos. Què le habremos dicho a
Renzo?. Què habrà entendido?. Què le habrà quedado para llevar a su guiòn?.
En este punto Maryluz y Virginia
proponen ir a Ribera Norte, mientras degustàbamos la rica torta casera de
Laura. Algunos miembros desisten y otros, en dos autos cargados hasta el tope,
aceptamos el convite.
Al llegar al mirador de ribera Norte una
gran cantidad de garzas brujas juveniles y algunos ejemplares adultos comienzan
a llegar al dormidero de la laguna: un maravilloso espectáculo.
Por unos instantes la luz mejora. Alan,
el creador de Renzo, al parecer experto fotògrafo- explica que la llaman “la
horà mágica” y que esas condiciones duran alrededor de treinta minutos.
Aprovechamos, gozamos del espectàculo de las garzas brujas ocupando sus lugares
en el dormidero; de garzas blancas volando; de alguna que otra
gallineta comùn que sale de su refugio a procurarse el alimento en el
crepúsculo; de grandes bandadas de gaviotas llegando, que motivaron la pregunta
de Alicia: “hacia donde van’”; de un piojito gris; del dìa, màs gris que el
piojito, hùmedo pero sugestivo y de las memorables galletas de grasa provistas
por Virginia.
Ligamos una advertencia de uno de los
guardaparques por usar flash a esa hora y nos dirigimos hacia la salida.
Baldomero Fernàndez Moreno nos despide en la voz de otro de los guardaparques,
tal como contò Maryluz y nos vamos.
Habrà encontrado Renzo, perdon: ALAN, lo
que venìa a buscar: material para su película, una historia de amor entre
Renzo, “el avistador de aves” y la bailarina ( para nosostros Paloma). En todo
caso encontrò un grupo de avistadores intermedios y principiantes (como èl
mismo) que lo recibiò como generalmente un avistador recibe a otro: con buena
onda y ganas de compartir momentos y experiencias.
En fin, no nos hagamos la película,
dejemos que la haga Alan y nos avise cuàndo y dònde tenemos que ir a verla.
C y T
Mayo de
2010
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