viernes, 10 de julio de 2015

UN CARDENAL VISITÒ LA FACULTAD DE VETERINARIA, CURIOSAMENTE SU ATUENDO ERA AMARILLO.





     Este relato no seguirà los cànones de un tìpico relato de avistaje de aves.  Es màs, quizà sea comprendido solamente por un pequeño grupo de avistadores convocados el sàbado 14 de Agosto de 2010 por los COA CABURE y RECS.


     El lugar de la convocatoria: Facultad de Veterinaria de la U.B.A..  La hora de la convocatoria: 9 hs.  Vale la pena indicar estas coordenadas porque una clave de este relato es hacer resaltar el valor de estar en el lugar justo en el momento indicado.


     Otra de las claves tiene que ver con la demoliciòn de esa creencia arraigada en algunos de nosotros referida a que  ciertos lugares no generan expectativas de observaciones interesantes.


     La tercera clave remite a la bùsqueda, que hacemos algunos observadores, de determinados pàjaros que nos interesan especialmente, estudiando los lugares donde supuestamente estàn y tratando de encontrarlos en ellos a rajatablas.


     Todo lo que expondremos tiene que ver con sentimientos y vivencias personales que confluyeron este 14 de Agosto para brindarnos una de las experiencias màs vibrantes que hemos tenido en estos dos años y medio que llevamos como pajaròlogos aficionados.


     Vale la pena hacer un poco de historia.  A principios de año nos planteamos buscar tres especies emblemàticas para nosotros: la monjita dominicana ( o dominica, como gusten), el tordo amarillo y el cardenal, por coincidencia tambièn amarillo.  Estudiamos lugares y frecuencias y decidimos que Uruguay, por concentraciòn de las aves y distancias cortas, serìa el lugar màs apropiado.


     En Marzo, hacia allì partimos con los elementos para ubicarlos y la ilusiòn necesaria.  Llegamos a Punta del Este con la intenciòn de descansar unos dìas y hacer algunas observaciones de aves acuàticas. La naturaleza nos sorprendiò cuando en un pastizal cercano a la Laguna del Diario, a menos de un kilòmetro de la playa, nos visitò no una sino repetidas veces, la hermosa monjita dominicana.


     Nuestra autoestima creciò y nos sentimos los avistadores estrella.  Estudio, planificaciòn y bùsqueda eran la clave del èxito. Pero...en Punta del Este???.  Bueno, a caballo regalado no se le cuestionan ni el color ni el tamaño de los dientes  y mucho menos su ubicaciòn.


     Agrandados por el logro salimos en busca de tordo y cardenal (amarillos ambos). Recorrimos minuciosamente los departamentos de Maldonado, Lavalleja y Rocha.  Vimos muchos otros "bichos" pero ni rastros de tordo y cardenal.  Y la autoestima?.... en picada. La realidad siempre pone en caja a los agrandados.  Regresamos de Uruguay felices, con un tercio del objetivo cumplido y las ganas de seguir buscando.


     Un tiempo despuès, en Ceibas, en una salida de "pajaròlogos amigos" los ojos de Paula detectaron al tordo amarillo que volò sobre nosotros en un camino entre pastizales semi acuàticos.  Fue un flash pero lo vimos, pese a las incredulidades de otros compañeros que no lo  pudieron hacer.  Ya tenìamos dos tercios del objetivo en nuestro haber. Pero esta vez no fue la planificaciòn y bùsqueda sino la suerte de estar en ese momento en ese lugar y ..... la muy buena vista de Paula.


     Llegamos al mentado 14 de Agosto. La mañana pintaba frìa y nublada.  Los duendes de la fiaca y la idea de que en Veterinaria no se verìa nada especial casi nos pueden y nos dejan en casa.  Alguna fuerza extraña alejò los duendes e incredulidades y, con el tiempo muy justo, encaramos la travesìa Lomas de Zamora-Veterinaria.


     Respetando las velocidades màximas pero al lìmite, estàbamos llegando a horario cuando la barrera cerrada  de F.Beirò nos demorò màs de lo necesario.  Blasfemias varias contra el tren y los pasos a nivel matizaron ese momento, hasta que el tren pasò y liberaron el trànsito.


     Al llegar a Veterinaria vimos al grupo de compañeros y nos dispusimos a estacionar. C considerò que habìa un mejor estacionamiento que el que T habìa elegido y hacia allì nos dirigimos.  T bajò, abriò el baùl, sintiò un cantito en un àrbol cercano, mirò y pegò el grito: un cardenal amarillo!!!.  C, rièndose ostensiblemente, espetó: dejate de joder!!! y siguiò acomodando su mochila.


     En ese momento viò que T habìa largado todo al suelo y binocular y càmara en mano se dirigìa hacia el arbolito en que estaba posado el cardenal. Ya Ignacio, en el grupo, què estaba reunido a la entrada del pabellòn de la Facultad, habìa advertido a ese pajarito con copete y entonces todo el grupo se adelantò  en direcciòn al ave con los elementos necesarios a mano y el resto de sus cosas dejadas  en cualquier sitio.


     Lo increible era realidad, el hermoso (hermosa, ya que era una hembra) bichito/a   vocalizaba y se movìa de rama en rama.  Los fotògrafos hicieron lo suyo cual fotògrafos deportivos retratando un equipo de fùtbol antes de comenzar el partido.  El ave volò un corto trecho seguido por todos. Se posò en una rama, bajò a comer en un cantero del estacionamiento, subiò nuevamente al arbolito y luego, sabiendo que habìa alegrado hasta el infinito la mañana de un grupo de observadores de aves, se retirò volando por sobre los techos de un sector de la Facultad.


     Nos sentìamos plenos.  La emociòn, la incredulidad, la alegrìa y una innumerable sucesiòn de sentimientos se agolpaban en nosotros. El ave habìa decidido salir a observar humanos y nos encontrò en ese tiempo y lugar.  Agradecimos a la barrera de Beirò por la demora y a todos los desconocidos imponderables que nos ubicaron allì a esa hora.


     Ya estàbamos hechos y asì lo manifestamos.  Todo lo demàs fue una agradable mañana compartida entre compañeros de dos COA porteños.


     El caburè (el bicho, no el COA) que aparece cuando el COA RECS va a veterinaria; el fueguero macho, que por ahora no tiene registro fotogràfico para el lugar; el pitiayumì, primer registro y el chinchero chico, primer registro fotogràfico; entre otras aves, fueron los puntos fuertes de la jornada.   Una mañana muy fructìfera en la cual los socios del COA RECS nos sentimos como Mirtha Legrand ya que al decir de Juan traemos suerte.


     Nos llevamos la cordialidad de la gente del COA CABURE, los conocimientos que generosamente Juan brinda a los compañeros de salida y los momentos compartidos.  Tambièn una aprendizaje importante: debemos estar abiertos, atentos, no tan estructurados por lo esperable.  Es la realidad la que dispone; es ella,  la naturaleza, la que tiene el control y nos muestra que lo fantàstico de todo èsto es que cuando menos lo esperàs te sorprende regalàndote una de sus joyas exquisitas,..... si estamos abiertos para advertirlas, recibirlas, apreciarlas, disfrutarlas.


     Vaya un ùltimo pàrrafo a modo de consejo para Marìa Laura: no hay que faltar porque en cualquier momento salta la liebre.....o el CARDENAL AMARILLO.

C y T

Agosto de 2010


 





    



 

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